¿Por qué mi hijo no tiene amigos? - Centro de psicología Zoraida Rodríguez

¿Por qué mi hijo no tiene amigos?

Os invito a acudir al patio de un colegio cualquiera: niños y niñas jugando, saltando, corriendo, bailando, niños compartiendo e interactuando. Ello es una señal más que confirma lo que todos en el fondo sabemos: los seres humanos somos seres sociales desde las primeras etapas de nuestra vida, esto es, desde la infancia y la adolescencia.

Como padres y/o madres queremos lo mejor para nuestros hijos, de ello no cabe duda alguna, por lo que verle salir solo del cole, ponerse triste cuando cuenta que ha sido de los únicos a los que no han invitado al cumpleaños o ver cómo se queda a un lado en sus actividades extraescolares, nos duele y nos preocupa mucho. Esto es extensible también a la adolescencia, aunque en esta época los problemas se manifiestan de forma diferente. Los/as adolescentes tienden a aislarse en sus cuartos y a salir solo para lo básico: cubrir necesidades de alimento, aseo y, en el mejor de los casos, estudiar.

Estas son situaciones que, por desgracia, suceden más de lo que nos gustaría. Por ello, necesitamos tener herramientas para saber cómo actuar y poder ayudarles en caso de que ocurra. Lo primero y más importante es intentar indagar para conocer el motivo: ¿por qué está ocurriendo?

Causas más comunes que explican la dificultad de relacionarse de los niños

Dentro de las causas más comunes que explican la dificultad de relacionarse de los niños encontramos:

  • Bullying o acoso escolar (casos más graves).
  • Falta de habilidades sociales o timidez.
  • Cambios frecuentes de residencia, lo cual le han impedido crear un grupo de amigos sólido.
  • Exceso de pantallas y de tecnología.
  • Escasa madurez emocional o trastornos del desarrollo (por ejemplo, Asperger).
  • Baja autoestima.

¿Cómo ayudar a mi hijo a hacer amigos?

Ahora llega la parte en la que os toca a vosotros actuar. Es importante valorar la causa, ya que en función de cuál sea, adoptaremos unas medidas u otras.

  • Si identificamos que el problema radica en acoso escolar o Bullying, debemos actuar con rapidez. Es fundamental informar al colegio para que puedan tomar las medidas oportunas e intervenir con sus compañeros. Incluso, sería conveniente dar a conocer la situación a los padres de los otros niños para hacer que, entre todos, la situación acabe cuanto antes. Con nuestro hijo el trabajo será fundamentalmente emocional: hacerle entender que no es el culpable ni responsable de lo que ha ocurrido. Asimismo, fomentar que se sienta querido y valorado tal y como es será una herramienta clave de protección.
  • Para identificar si el problema es la falta de habilidades sociales o timidez, puede ayudarnos evaluar y estar más atentos al tipo de interacciones que tiene fuera de esos contextos. Por ejemplo, si vamos al parque, fijarnos, si juega con otros niños, cómo se comunica con ellos, quién inicia el juego, si se enfada en algún momento (y si lo hace, cómo soluciona el conflicto), si busca solo jugar con niños/as conocidos/as o si, por lo contrario, no tiene dificultad para adaptarse a niños y escenarios nuevos. Es clave fomentar la comunicación abierta y fluida, que aprenda a expresarse y a poner nombre a lo que siente en esos momentos. También puede ser interesante explicarles, adaptando a su lenguaje y a su nivel de desarrollo, la importancia de la empatía, el respeto y sobre todo de la comunicación asertiva. Para ello, podemos recurrir al juego, ponerle ejemplos personales e incluso hacer role-play con ellos para que practiquen habilidades como iniciar o mantener una conversación.
  • Cambios frecuentes de residencia. Cuando nos encontramos con familias que tienen que cambiar de residencia cada poco tiempo por motivos laborales, podemos ayudar a los más pequeños participando conjuntamente en actividades sociales o deportivas, ya que los padres pueden servirle de principal modelo a la hora de relacionarse con gente nueva. Todo ello, sin olvidar, apuntales a actividades fuera del colegio donde creen nuevos vínculos y practiquen habilidades de socialización.
  • Exceso de pantallas y tecnologías. Nos encontramos inmersos en una época en la que podemos conseguir cualquier cosa por medio del teléfono, tablet u ordenador, por lo que cada vez los niños y adolescentes tienen cada vez menos oportunidades y más dificultades a la hora de relacionarse. Una manera de prevenir esto es involucrarle en actividades de grupo, manteniendo e incluso aumentando el número y la variedad de actividades extraescolares. También, puede resultar interesante ayudarles a que planifiquen quedadas fuera del contexto académico con ellos: que queden para dormir, organizar una comida/merienda, un día de juegos o una noche de cine en casa, por ejemplo.
  • Trastornos del desarrollo o de madurez emocional. Ocurre cuando, por ejemplo, el niño no es capaz de reconocer sus propias emociones y por ende, las del otro, lo que le lleva a jugar de forma brusca y desadaptativa (tirar cosas, empujar, manchar al compañero…). Son niños que se caracterizan por no ser capaces de ver que con esa actitud de molestar, el resto tiende a alejarse y a dejarle de lado. Si sospechamos que este es el tipo de problema que nuestro hijo presenta, acudamos al profesional pertinente para hacer la evaluación y el diagnóstico pertinente, así como darnos pautas más individualizadas al caso.
  • Baja autoestima: esta característica se da en niños que se sienten insuficientes, defectuosos o poco merecedores, lo cual actúa de barrera y obstáculo que dificulta que se muestren tal y como son. La autoestima tiene una gran ventaja: desde casa sí podemos hacer algo para potenciarla. También nos puede ayudar el trasladarles que el amor hacia él es incondicional, es decir, que no fluctúa en función de sus errores. Es importante que nuestro hijo interiorice el error como un elemento clave en el aprendizaje, el cual tenemos que analizar, sacar un aprendizaje y volvernos a enfrentar. Pero sobre todo, es clave que durante todo el proceso le ofrezcas comprensión, apoyo y aliento para fortalecerse y hacer cambios.

Como padres, vivimos los problemas relacionales de nuestros hijos como una situación dolorosa y preocupante, pero es fundamental que tengamos en mente que es reversible. Utiliza de estos consejos para ayudar a tu hijo a adquirir herramientas que le ayuden a desenvolverse satisfactoriamente con sus iguales. No obstante, si ves que la situación se te escapa de las manos o que, a pesar de haberlo intentado, no hay resultado, ponte en contacto con nuestro centro: en Zoraida Rodríguez Centro de Psicología queremos ayudaros.

Sara López Guerra
Psicóloga de Zoraida Rodríguez Centro de Psicología

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