No hay fórmulas mágicas para la motivación

A menudo nos preguntamos por qué unas personas están muy motivadas y otras no lo están. La motivación, frecuentemente, es la solución que solemos poner a los males que acechan a los deportistas o a los grandes profesionales. ¿Cuántas veces no hemos oído: “a este atleta lo que le hace falta es motivación”? La motivación inunda el deporte y nuestra vida diaria, ¿o es que no es frecuente escuchar en las empresas: “los comerciales venderían más si estuvieran más motivados”?

Un deportista puede estar motivado de forma extrínseca, y compite por razones económicas o entrena duro por hacerse con la medalla, o con el reconocimiento de la prensa y aficionados. Otro tipo de motivación es la intrínseca e implica que el motor que mueve a la persona es el disfrute de lo que hace, la superación y la propia satisfacción personal. ¿Cuál es la motivación ideal? Sin duda, la intrínseca, pues depende de uno mismo y hace que el deportista o la persona se esfuercen, dando el cien por cien y persistiendo en conseguir sus objetivos.

El problema de la motivación es que no es siempre controlable. Por un lado, si continuamente nos dejáramos llevar por primas o medallas, sería muy fácil caer en la desidia y dejar de esforzarnos. No siempre se alcanzan esos “premios”, e incluso, cuando se alcanzan de forma demasiado frecuente o con mucha facilidad, dejan de ser motivantes. Por tanto, podríamos decir que podemos motivar a un deportista ofreciéndole ese premio, pero su motivación durará poco; podríamos inventar mil cosas para fomentarla. ¿La verdad? Estar motivado depende de uno mismo. Lo estamos cuando sabemos que podemos alcanzar nuevos retos, que podemos conseguir una marca mejor, o acertar más en los tiros.

Seas deportista o no, si tu caso es que te encuentras poco motivado, puedes buscar ayuda, pero la solución va a depender mucho de ti. No existen palabras mágicas ni técnicas psicológicas que cual poción te hagan sentir capaz de comerte el mundo. Depende de ti mismo. Eres tu el que, con la guía que te pueda ofrecer el psicólogo, tendrás que recordar por qué empezaste a practicar tu deporte o elegiste tal profesión, para qué te has esforzado tantos años y para qué seguir haciéndolo. Has de aprender a redirigir tu atención hacia los pequeños logros diarios y no tanto a resultados finales que no siempre dependen de ti, pues recuerda que los rivales, los árbitros o jueces y las inclemencias del tiempo, existen. Es imprescindible que recuerdes que conseguimos lo que deseamos cuando somos capaces de dejar de lado recompensas inmediatas y seguimos en el buen camino; cuando tenemos claro por qué debemos esforzarnos; por qué hay que levantarse tras la derrota, por qué hay que sentirse el más grande del mundo cuando mejoramos una marca. Porque el mayor enemigo de la motivación es ese, olvidarnos de cuánto valemos y de que siempre podemos conseguir más.

 
Zoraida Rodríguez Vílchez
@ZoriPsicologa

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