Aprender a estar solos ¿Por qué tenemos miedo a la soledad?

Aprender a estar solos ¿Por qué tenemos miedo a la soledad?

Si hay algún miedo común que llega a mi consulta es el miedo a estar solos. Detrás de trastornos como la dependencia emocional, ansiedad, baja autoestima, la falta de asertividad o la depresión, el miedo a la soledad suele estar a la base de estos.

¿Por qué es tan frecuente? Porque por mucho que queramos ser seres racionales, nuestro cerebro aún funciona como hace millones de años y tiene una función principal: la SUPERVIVENCIA. Otras necesidades básicas como el sueño, el hambre o el sexo de nada sirven si estás muerto, así que la mente, por encima de todo, funciona para detectar peligros. Continuamente se pregunta: ¿esto es inofensivo o peligroso? Y hace sonar las alarmas si nuestra vida está en juego.

Si nos vamos a tiempos de nuestros ancestros, estar solo era una situación de potencial peligro. Lobos, fieras e incluso otros hombres podían ser un atentando contra nuestra supervivencia. Si estabas junto a tu clan, las probabilidades de luchar y vivir, aumentaban.

De igual forma, desde que nacemos necesitamos la protección de nuestros padres. Un bebé solo tiene la muerte asegurada. Desde niños, buscamos pertenecer a diferentes círculos de seguridad.

El primero de ellos es la familia, luego vendrán los amigos y maestros, y por último lugar los conocidos, vecinos… Sabemos que si algo nos ocurre, mientras tengamos algunos de esos círculos, estaremos a salvo y contaremos con ayuda. Sabiendo que están ahí nos sentimos queridos y protegidos, sentimos que pertenecemos a algo y por tanto, somos valiosos. MERECEMOS amor.

Por eso, cuando de adultos nos encontramos solos por algún motivo, nos entra el pánico. Si la pareja nos abandona, si nos quedamos sin amigos o a medida que nos hacemos más adultos y mueren familiares, padres… tomamos conciencia de este miedo a la soledad. Sentimos una especie de “vergüenza” de “no pertenecer a nada ni nadie” y el miedo nos inunda. Ahí es donde nos aferramos a parejas tóxicas, sufrimos de falta de asertividad y toleramos ciertas conductas de otras personas con tal de que no se enfaden y no sentirnos abandonados; la ansiedad y la tristeza nos inunda y nos sentimos poco valiosos.

Sin embargo, nacemos solos y morimos solos. Debemos aprender a convivir con la soledad pues nos acompañará en diferentes momentos de nuestra vida. No es tarea fácil, pero podemos ayudarte a ello.

Zoraida Rodríguez Vílchez
www.zrpsicologos.es

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