Los cuadrantes del cambio

Matti Hemmi, autor del libro y creador del famoso vídeo “Te atreves a soñar”, ha desarrollado todo un método de intervención en coaching, para ayudarte a salir de tu zona de confort y salir a buscar tus objetivos.

El primer paso si quieres salir de tu zona de confort es tener claro que quieres salir de ella, que deseas cambiar la situación “cómoda” en la que estás para buscar nuevos objetivos. Entrecomillo cómoda, porque la zona de confort, en realidad no tiene por qué ser confortable. Es simplemente, a lo que estés acostumbrado, aunque no te guste. Quizás tu zona de confort es no arriesgarte en las competiciones. Arriesgarse, ser más atrevido (aumentando las posibilidades de ganar o quizás de perder) es salir de ella. Puede que tu zona de confort sea no dejar ese trabajo aburrido, o seguir teniendo ese mal humor que te está trayendo problemas en casa. Pero, en definitiva, es tu rutina y seamos realistas, cambiar tiene un coste.

Este autor, nos proporciona una herramienta para ayudarnos a salir de esa zona de confort: “los cuatro cuadrantes del cambio”. En su libro comenta cómo cuando tenemos que cambiar, solemos hacerlo desde dos puntos de vista diferentes, dependiendo de si sentimos que el cambio viene impuesto de fuera (tengo que cambiar porque mi entrenador me ha dicho que si no mejoro resultados, me echa del equipo) o desde dentro (quiero cambiar porque mi deporte es mi vida).

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Si el cambio es impuesto, las personas solemos centrarnos en lo malo de hacerlo y lo bueno de no hacerlo. Veamos dos ejemplos:

  1. Cristina tiene problemas con su marido. Está muy nerviosa e irritable por motivos de trabajo y siempre lo paga en casa. Su mal carácter es la fuente de muchas peleas. Su marido ya le ha puesto un ultimátum: o va al psicólogo para que le ayuden a cambiar, o se marcha de casa. Cristina, en el fondo sabe que ella tiene que cambiar, sin embargo, no puede dejar de ver esta situación como una amenaza por parte de su marido, por lo que ve el cambio impuesto desde fuera. Ella se centra en estos dos cuadrantes del cambio: lo malo de cambiar y lo bueno de no hacerlo. Todo lo que pasa por su mente, va en estos dos sentidos: “qué vergüenza tenerle que hablar de tus problemas a un desconocido, yo no voy a un loquero, y encima gastarme dinero en eso, ¡y tiempo!, con lo agobiada que estoy. Si el objetivo de ir va a ser que me trague aún más lo que llevo encima, no lo voy a poder soportar” (esto es lo malo de cambiar) y “me evito todo lo anterior, y encima ¡reafirmo como soy!, ¿quién es mi marido para decirme lo que tengo o no que hacer?” (lo bueno de no cambiar).
  2. A Roberto, le aconsejó su preparador físico que, si no quiere recaer en su lesión, debe aumentar las horas de físico y acudir a consulta para trabajar la readaptación postural. Pero él cree que, en el fondo, no es necesario. Por tanto, en su mente solo rondan estos dos aspectos: lo malo de hacerlo (son muchas horas que pierdo, el dinero que he de invertir, me quedo sin ver a mi novia entre semana, me tengo que esforzar y a veces, incluso, sentir dolor) y lo bueno de no hacerlo (me quedo tranquilo en casa, ese dinero lo invierto en una equipación nueva…).

Sin embargo, cuando somos nosotros mismos los que decidimos que tenemos que cambiar, nos centramos en lo bueno de hacerlo y en lo malo de no hacerlo:

  1. Si Cristina, viera como una elección propia en hecho de cambiar, pensaría: “tendría mejor carácter, eso haría que en casa todo fluya más, recuperaríamos ese amor tan especial que teníamos; además, estaré más tranquila, recuperaré mi yo de antes, que yo no era así; es una pena estar así por el trabajo, no me lo merezco” (lo bueno de cambiar) y “no quiero perder a mi marido, somos una gran familia; no me perdonaría que esto se vaya al traste por no poner todo de mi parte” (lo malo de no cambiar).
  2. Roberto, se plantearía como beneficios de cambiar, los siguientes: “estaré más fuerte físicamente, los músculos que rodean la zona lesionada estarán más fuertes para protegerla de futuras lesiones, aprenderé el movimiento correcto, me sentiré más seguro cuando ejecute los movimientos…”. Y si no lo hiciera, vería estas consecuencias negativas: “no quiero recaer en una futura lesión, dos lesiones seguidas podrían perjudicar mi carrera profesional, etc.”.

Es difícil que de forma natural pensemos en todos los cuadrantes, pero si estás en un momento en el que crees que necesitas un cambio, coge lápiz y papel y utiliza esta herramienta. Si quieres cambiar, céntrate en lo bueno de hacerlo y en lo malo de no hacerlo. Busca tus motivos para cambiar y cuando inicies el camino, ten bien a la vista aquello que escribiste.

Zoraida Rodríguez Vílchez
www.zrpsicologos.es
@ZoriPsicologa para IDEAL Granada

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